sábado, 17 de septiembre de 2016

Urbión y Pinares altos. Septiembre 2016

Sábado 17 de septiembre. Salimos a las 11 de la mañana de Madrid destino a Zaragoza. Empieza el curso. Dejamos a Dani en la residencia, "el santa" como le llaman sus habitantes y comemos en el sitio de siempre, "El Tuno", tipico estudiantil, con sandwiches y bocatas enormes y ofertas de cervezas para no parar por unos pocos euros.

Despues de la despedida, es su útimo año aqui y es muy especial para todos, salimos como a las seis para Vinuesa. De camino paramos en un Mercadona para hacer una pequeña compra y poco más adelante para echar gasolina.

Llegamos a las ocho después de liarnos con las carreteras, buscamos la carretera de la laguna negra y resulta que hay dos, la nueva y la vieja, llamamos a las cabañas y ya nos orientan. Hay que llegar a Vinuesa y coger la carretera vieja, está señalizado, hacia Los Ranchales.

Los Ranchales es un pequeño complejo en medio del monte, a cuatro kilometros de Vinuesa, compuesto por diez casas con porche, jardín trasero, totalmente equipadas, incluso con chimenea y leña, tienen dos camas dobles y un sofa cama. No se si son todas iguales, nosotros estamos en la número uno. En la entrada hay un restaurante "micológico" que probaremos en un ratito.

Estamos en el restaurante. En un sitio muy muy agradable, pocas mesas, chimenea encendida, música suave... además estamos solos. La carta es corta pero tiene buena pinta. El cocinero, José Andrés, es la misma persona que nos hizo el checkin y autor de los cuadros que adornan las paredes.

Como esta es zona de trufas y setas, pedimos unos boletus naturales salteados, una ensalada de la casa, unas chuletitas de cordero y unos huevos trufados. Todo exquisito. Tal vez para la zona resulte caro, pero aporta un toque de elaboración que hay que pagar, sin decir lo bien que hemos estado. Hasta que terminamos la botella de vino no nos vamos a dormir.

Domingo. 18 de septiembre

Buenos días. Y la verdad es que los hace. Un día de sol y nubes precioso.
Metemos la mesa del jardín dentro para desayunar en el dormitario, que es enorme y así ver el campo, las montañas y las gallinas desde el ventanal.
Bueno.. vamos a dar un paseo... Los Ranchales está pegado a la carretera antigua de la laguna negra a Vinuesa. Todo rodeado de pinos. Realmente toda la zona es un enorme pinar. Paseamos hacia Vinuesa atravesando pequeños arroyos. De vuelta nos encontramos con algunos de los habitantes de este lugar de curiosos cuernos.
Volvemos a por el coche y salimos hacia Castroviejo. Atravesando los pueblos de la zona, Vinuesa, Molinos de Duero, Salduero, Covaleda y Duruelo de la Sierra. Todos ellos bañados por el río Duero.

En Duruelo, al poco de entrar, nos desviamos hacia la derecha, dirección norte hacia hacia la ciudad encantada de Castroviejo. Es un impresionante conjunto de roquedos que forman calles y laberintos. Algo parecido a la ciudad encantada de Cuenca pero con formas menos sugerentes y más pequeño. Tiene merenderos y barbacoas ya sin uso.
Hay un impresionante mirador desde donde se obtienen grandiosas vistas del valle del Duero. Llegar impresiona un poco, pero esta bien protegido.
Después de pasear entre las rocas y admirar el valle vamos en busca de la cueva y la cascada de la soledad. Realmente está a unos dos kilometros. Acercamos el coche hasta que vemos la señal a la derecha y andamos 10 minutos.
El paraje merece la pena. Es una cueva formada en las rocas por donde baja una preciosa cascada de agua. En invierno cuando está helada y en primavera, por la gran cantidad de agua que lleva son las estaciones mejores para admirarlo en todo su explendor. Se puede, con facilidad y esquivando alguna caca de vaca, acceder a la cueva para ver caer el agua desde dentro. 
No han parado de salir a saludarnos distintos amiguitos con curiosidad.
Se ha hecho un poco tarde y tenemos que buscar un sitio para comer. Duruelo es muy pequeño y hemos ida hasta Covaleda. Tiene un preciosa plaza llena de bares y terrazas. En los que hemos preguntado ya tenian la cocina cerrada para comer de menú, eran más de las cuatro, así que nos hemos sentado en la mesa que más nos ha gustado, sol y sombra, con vistas a una fuente y hemos pedido unas raciones mojadas con unas Paulaner.
Nos hemos entretenido viendo bañarse a los pajaritos en la fuente y escuchando a los lugareños, que entre otras cosas contaban que en agosto se registró en Covaleda la temperatura más baja de toda Europa, con menos 2 grados. Es el pueblo más grande y con más servicios de la zona, varios bancos y gasolinera.
Después de comer hemos ido hasta Salduero por una pista, atravesando los pinares. En Salduero, aprovechando los últimos retazos de sol nos hemos comido un helado en una terraza y luego hemos dado una vuelta, por las piscinas naturales, el puente romano, y luego por el camino que va hasta Molinos de Duero hemos llegado hasta la ermita del Santo Cristo. Hace ya fresquito y nos damos la vuelta hasta el coche.
Para terminar el día entramos con el coche en Molinos de Duero, que nos ha parecido el más bonito de los que hemos visitado hoy. Como anochece decidimos dejar este pueblo y Vinuesa para mañana, después de visitar la laguna negra, y nos vamos a casa.
Encendemos la chimenea mientras tomamos un cubata. Damos un paseo por los alrededores. La luna llena impide ver la nube de estrellas pero ilumina la noche con claridad. De vuelta a casa, preparamos una cena ligera, damos caña a la chimenea, escribo esto, tomamos otro cubata y a la camita.

Lunes. 19 de septiembre

Sol. La temperatura es fresca pero es sol que va calentando cada vez un poco más es una gozada. Desayunamos en el jardín.  Estamos tan a gusto que nos da pereza irnos pero no vamos a hacer esperar a la laguna negra....
Partimos por la carretera vieja. Desde el cruce son 11 kilometros de subida cómoda con el coche. Como es lunes laborable no hay nadie y se puede subir sin problemas hasta el último aparcamiento a menos de 300 metros de la laguna.

Según subimos vamos recordando. Estuvimos de acampada libre hace treinta años, más o menos. Vinimos en el R5 de la hermana de Marisa seis personas, la Mari y Javier, Ángeles y Jóse y Luz y yo, creo que fue una semana santa. Hacia frío. Recordamos como le costaba subir al coche cargado con seis personas más todos los artilugios de acampada. Que tiempos¡¡¡¡.
Aparcamos y subimos hacia la laguna, según llegamos se va viendo las paredes de roca. Arriba en la zona más cercana a la subida desde el aparcamiento han hecho unas pasarelas de madera para hacerlo más accesible. 
Realmente es tan impresionante y bello como lo recordábamos, tal vez más. Despacio, contemplando el paisaje, el lago, las rocas, las impresionantes paredes verticales. Hay una cosa que vemos distinta, además de las pasarelas, el color del agua, lo recordábamos oscuro, muy oscuro, hoy es verde intenso. Probablemente se debe a algún tipo de alga que ha crecido en el lago.
La laguna negra está a 1.753 mts. de altitud y es de origen glaciar. Tiene una profundidad máxima de 8 metros. Hay una leyenda que dice que no tiene fondo y otras que se comunica directamente con el mar. Antonio Machado alimentó las leyendas con su obra "La tierra de Alvargonzalez", incluida en Campos de Castilla, describe la laguna así:

Llegaron los asesinos


hasta la Laguna Negra,
agua transparente y muda
que enorme muro de piedra,
donde los buitres anidan
y el eco duerme, rodea;
agua clara donde beben
las águilas de la sierra,
donde el jabalí del monte
y el ciervo y el corzo abrevan;
agua pura y silenciosa
que copia cosas eternas;
agua impasible que guarda
en su seno las estrellas.

El primer domingo de agosto se celebra una Travesía a Nado, de mucha tradición en la zona. Damos la vuelta a la laguna y seguimos un sendero, hacia arriba, hacia Urbión. La subida se va complicando a la vez que las vistas del lago se magnifican con la altura. Llegamos arriba, Luz se ha quedado un poco más abajo.
Bajamos de nuevo a la orilla de la laguna. Encontramos el sitio dónde Marisa se baño, ella dice que se baño más gente de entre los que íbamos, me extraña mucho que yo fuera uno de ellos.
Vamos despacio, sentándonos en las rocas, disfrutando de las vistas y del día tan fantástico que hace. 
De vuelta al coche seguimos un sendero al lado del río tratando de reconocer el sitio dónde acampamos hace tantos años. Un poco difícil, muchas lunas han pasado. Al final nos parece reconocerlo al lado de una curva de la carretera. Al final, de nuevo, se nos ha hecho tarde para comer, así que tiramos para casa y nos hacemos unos tallarines con ajo y atún que nos saben a gloria en el jardín.

Después de vaguear un poco salimos a Vinuesa. Al llegar, aparcamos en la plaza de la soledad, de la que parte un sendero, la ruta de las fuentes mineromedicinales, 5 kilometros y medio, bastante llano. Partiendo de la plaza el camino va hacia el puente del Duero, que cruza el pantano de la cuerda del pozo. Paralelo a este, el puente romano, que cuando el nivel es más alto no se ve.
Desde la otra orilla, siempre paralelos al pantano, la senda atraviesa pinares. La luz del ocaso magnifica el bosque y su juego de luces y sombras. Las vacas presentes a cada recodo, ajenas a los caminantes pastan.
Una pequeña desviación del camino y llegamos a la fuente del salobral, manantial de aguas sulfurosas, sobre el que han construido una edificación tan inútil y costosa que debe ser cosa del Plan E de Zapatero.
Volvemos al camino y llegamos al puente de piedra, seguimos y llegamos a la fuente del hierro, de aguas ricas en este mineral. 
Volvemos al puente, lo cruzamos y retornamos al pueblo acompañados por los últimos rayos de sol. Aprovecho para coger unos palos que me parecen bonitos para dejarlos por algún rincón del jardín.
De vuelta a Vinuesa damos un paseo tranquilo por el pueblo. Es lunes y están cerrados casí todos los bares, y los que están abiertos bastante mortecinos y apagados, así que sin pensarlo mucho vamos a casa. Cena acompañada por el fuego de la chimenea. La meto tanta caña que me tengo que quitar la camiseta y abrir las ventanas.

Martes, 20 de septiembre

Con pena de dejar Los Ranchales, desayunamos, recogemos y salimos camino a Vinuesa. 
Hasta los animales del lugar nos despiden apenados, al menos eso me parece a mi.
Paramos en la carretera para tirar unas fotos de Vinuesa. Esta población de cerca de 800 habitantes tienen muchos servicios centrados en el turismo rural y de montaña. En invierno hay alguna actividad de nieve, en el puerto de Santa Inés hay varias pistas de esquí de fondo y una de esquí alpino.En el embalse hay actividades náuticas.
Seguimos a Molinos de Duero, pueblo muy bonito y cuidado. destacar la iglesia de San Martín de Tours, de estilo gótico, el edificio del Ayuntamiento, del siglo XVIII, y otros edificios históricos que aún conservan sus blasones y símbolos.
Ponemos el GPS dirección a Muriel de la Fuente, por el pueblo de Abejar. Desde dónde pensamos llegar a La Fuentona. Al poco de salir nos encontramos con la desviación a Playa Pita y entramos a verlo, lo hemos visto en algunos folletos y no nos vamos a quedar con las ganas. Es una zona de baño con un montón de servicios, hay duchas, mucho espacio de aparcamiento, club náutico, bares y chiringuitos. Todo cerrado y ni un alma en los alrededores. Normal, hace bastante fresquito y es día de diario. Esto en verano o haciendo bueno en fin de semana debe de estar a tope.
Seguimos a nuestro destino. Llegamos a Muriel de la Fuente y aparcamos en el parking de La Fuentona. Desde aquí, un paseo de un kilómetro muy cómodo, adaptado para personas de movilidad reducida o carritos de bebé nos lleva al nacimiento, o nacedero, del río Abión que, más adelante desembocará en el río Ucero, concretamente en Burgo de Osma. El nacimiento del Ucero se puede visitar y está muy cerca del cañón del río Lobos (pero esto será objeto de otro viaje).
La Fuentona también es conocida como ojo de mar, por su forma de ojo, es realmente un afloramiento de aguas subterráneas que después de recorrer multitud de cavidades rocosas salen al exterior, dando lugar a este "ojo", donde nace el Abión.
El equipo del programa de TV Al filo de lo imposible consiguió descender en el otoño del 2003 mas de 50 metros en el sifón existente entre el fondo de La Fuentona y la primera cavidad. Nadie lo había logrado después de 20 años de intentos. Este éxito, y su difusión a través de la televisión hizo que estas grutas se convirtieran en una referencia clave en la espeleología. Aquí se celebran encuentros nacionales e internacionales y se sigue intentando abrir camino en este mundo subterraneo.

Durante todo el camino, flanqueado por bonitos roquedales, nos acompaña el vuelo de los buitres.
Una desviación del camino nos lleva, 700 metros más allá hasta la cascada de la fuentona. Como se ve en la foto ni una sola gota de agua, eso sí el muro de piedra calcárea es impresionante, con agua debe de ser muy bonito.
Al lado de la Fuentona está el Sabinar de Calatañazor. La sabina, o enebro, es un árbol de crecimiento muy lento pero aguanta más que ningún otro árbol condiciones adversas de sequía en verano o de frío en invierno. Este tipo de bosques es una rareza. En los alrededores de La Fuentona hay muchos ejemplares de sabinas, además de la visita a este sabinar. Las cortezas y formas de las sabinas se retuercen y arrugan en formas sorprendentes.
Por to el camino acompaña el cauce del río Abión, aguas cristalinas como pocas que he visto tan transparentes, en ocasiones de un turquesa embriagador.
Otro día que casí se nos hace tarde para comer entre tanta belleza natural así que tiramos para Calatañazor.
El nombre de Calatañazor viene del árabe, y quiere decir Castillo de las Águilas. Fue escenario de frecuentes batallas y escaramuzas entre los cristianos del norte y los musulmanes del sur. El acontecimiento que le dio fama se produjo en el verano del año 1002. Almanzor, caudillo y soberano de Al-Ándalus, fue derrotado en la batalla de Calatañazor por Sancho García, Conde de Castilla. Almanzor herido se retiró a Medinaceli donde falleció. Hay cierta polémica sobre su tumba, hay quien dice que está en el alcázar de Medinaceli bajo una lápida blanca sin inscripciones, otra versión dice que fue destruida por la inquisición para frenar el flujo de peregrinos musulmanes.
Después de leer e investigar un rato (tampoco mucho) parece que esta versión de la batalla no es cierta. Que Almanzor enfermó o fue herido y que termino falleciendo, pero no derrotado en una batalla. Los cristianos, siempre derrotados por Almanzor aprovecharon para magnificar y apuntarse una victoria. De entonces es el dicho "Calatañazor, donde Almanzor perdió el tambor".

Comemos en el restaurante Calatañazor, buena atención y comida excelente, y muy bien de precio. Enlace en tripadvisor.
Calatañazor es conjunto histórico artístico, sus casas y estructura está perfectamente conservadas, sus calles de trazado medieval están flanqueadas por casas de adobe, otras de piedra y otras de ladrillo, esta variedad le proporciona aún más belleza.
Además de su casco urbano destaca su iglesia románica Ntra. Señora del Castillo. A la salida del pueblo, foto de abajo, está la ermita de la Soledad, también románica, en estado bastante ruinoso.
Antes de la subida al castillo, en la calle principal, un señor mayor nos invita, a nosotros y otra pareja de Barcelona a entrar en lo que llama museo. Se trata de una casa que mantiene la estructura tradicional, con los aparejos, de los que nos va contando su uso tradicional salpicado con anécdotas de antaño maricastaño. Pasamos a la cocina y nos quedamos impresionados es un perfecto cono que termina en la chimenea, dentro están distribuidos los utensilios de cocina, la zona de secar los embutidos, el horno de pan, el fuego y la cocina. Nunca había visto nada igual. a la salida le damos una propina.

Del antiguo castillo se conserva la torre del homenaje y algunos restos. Lo mejor es que se trata de un mirador excelente del valle, del pueblo y de los buitres. La llanura que se observa se llama Valle de la Sangre, como referencia de las antiguas batallas entre moros y cristianos.
Nos despedimos y volvemos a Madrid....

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