Dice la sabia wikipedia que en la Edad Media el rey Alfonso IX repobló la zona con franceses que llegaron acompañando a Don Raimundo de Borgoña, noble francés casado con doña Urraca, una de las hijas de Alfonso VI. Parece que por eso hay tantos topónimos franceses en la Sierra de Francia, empezando por la peña y el propio río.
Hay una Virgen de la Peña de Francia que data del 1434, que sirvió de pretexto para construir un santuario convertido posteriormente en un lugar de peregrinación, al que se unieron los peregrinos del Camino de Santiago que seguían el llamado Camino del Sur por la Calzada de la Plata.
A la peña ya habíamos subido dos veces, siempre con poca visibilidad, una con Antonio y Chus en tiempos ancestrales que caía una nevada que nos fuimos corriendo. En esta ocasión siempre estaba con nubes así que ni lo intentamos.
En la Peña de Francia hay una Virgen Negra que cita el propio Cervantes en El Quijote; también es escenario literario para una obra de Lope de Vega.
Nos alojamos en Casas Rurales Francia-Quilamas en Santibañez de la Sierra, enlace en Booking. Lo cierto es que el pueblo no tenía ningún atractivo, fuera de ser un tranquilo y tradicional pueblo de la zona. El apartamento genial, nos encanto. Preparábamos las cenas y las disfrutábamos al calor de la Chimenea. Recuerdo que tenía un chisme de TV vía satélite que no logramos hacer funcionar ni nos preocupó y un DVD con películas. Bonito detalle, lo malo es que la más moderna era El acorazado Potemkin (es broma).
Comimos muy bien en La taberna. Antes no pudimos resistir la tentación de comer unas patatas revolconas en uno de los bares con soportales en la plaza,en un día lluvioso es el mejor consuelo. Un día lluvioso, pues revolconas y unas buenas judías, y por supuesto no falto el vino de la sierra de Salamanca.
Aunque habíamos estado en otras ocasiones decidimos ir al famoso meandro del río Alagón, conocido como meandro Melero. Los últimos kilómetros son de pista algo malos. El día estaba con niebla y mala visibilidad. Llegamos al mirador y no se veía nada de nada. Así dimos de beber al canario, echamos un vistazo a los carteles y nos fuimos.
Sotoserrano. Este pueblo nos trajo muchos recuerdos de otra ocasión que estuvimos por la zona. Entonces nos alojamos en Hotel Rural Sierra de Francia, y para verlo entramos y tomamos una cerveza en el bar de la casa rural, abierto a todo el mundo, muy agradable con la chimenea encendida. El día, como todos los que estuvimos por la zona, lluvioso.
El segundo día empezamos visitando Sequeros no lo conocíamos y nos sorprendió, es muy bonito está muy bien conservado y tienen unos alrededores que invitan a pasear. Además es el pueblo natal de la Moza Santa (cuento esta historia un poco más adelante).
Paseando por Sequeros, encontramos de casualidad una pequeña bodega. Nos invitaron a un vino y compramos un de botellas de un crianza riquísimo a 3€¡¡¡. Estaba por la calle de los Prados, en la zona sur del pueblo. habría que preguntar para encontrarlo la próxima vez. La entrada, un portalón grande tampoco tenía cartel. Por cierto los toneles, si se amplia la foto se ve que están hechos en.... Nava del Rey¡¡¡, casi nada.
Íbamos a dar un paseo hasta Villanueva del Conde, que esta al lado, pero llovía y nos refugiamos en la Iglesia de la Virgen del Robledo. Un cuidado templo con un bonito retablo mayor en el que también pudimos ver a la Cruz, patrona de Sequeros. aquí un lugareño, nos contó cosas de la Iglesia y de la leyenda de la Moza Santa, natural de sequeros que profetizó el encuentro de la imagen diez años antes de que sucediese. Detras del altar, nos enseño los restos de Simón Vela, el estudiante francés que encontró el 19 de mayo de 1434 la imagen escondida de la Virgen de la Peña de Francia; y los de Juana Hernández, la Moza Santa (huesos y calaveras). Muy interesante. La foto siguiente es del exterior de la iglesia y la otra del interior.
Después el merecido homenaje con un cocido, en un restaurante al lado de la plaza, regentado por un vasco.
San Martín del Castañar, junto al Castillo se encuentra la plaza de toros, una de las más antiguas de España. Está incrustada entre algunas viviendas, lo que permite una imagen muy atractiva. No tiene una forma definida y posee varios tendidos y numerosos burladeros. Nos encantó. El día, con lluvia fina y nubes bajas tenía encanto.
De vuelta a casa hicimos una parada a orillas del Río Francia, nace en la Peña de Francia y desemboca en el Alagón.
El tercer día fuimos a la villa de Mogarraz, este pueblo, Conjunto Histórico Artístico, ha "resucitado" los rostros de 388 vecinos de los años sesenta con una exposición del pintor Florencio Maíllo, que ha colgado por las calles del pueblo un instante del otoño de 1967, cuando un fotógrafo de la villa retrató a todos los habitantes para que tuvieran la foto-carné necesaria para sacarse el DNI. Es muy muy curioso, también desasosegante, ver las miradas de esas personas que habitaron el pueblo y ya no están. El pueblo está estupendamente conservado, muy bonito.
Hicimos una ruta denominada Camino del Agua entre Mogarraz y Monforte de la Sierra. Esta es una buena página con descripción de la ruta. Es una ruta circular. Poco más de seis kilómetros que disfrutamos. tiene esculturas alegóricas al nombre la ruta, pero imaginación al tema había que echarle un rato, pero bueno le daba un toque entretenido. En Monforte de la Sierra, no entramos, se veía un pequeño pueblo serrano, continuamos el camino.
Para finalizar nos dimos un buen homenaje en el restaurante Mirasierra, en Mogarraz. Genial, lo malo es que fuimos sin reserva y nos toco esperar. una vez sentados, disfrutamos a tope.
Cepeda. Otro pueblo serrano típico de la zona. hicimos una breve parada en la plaza. La foto siguiente no es mía, es de la Gaceta de Salamanca. Era ya tarde y no sacamos la cámara. Igual en San Esteban de la Sierra, calles estrechas y plaza algo pequeña con coches, solo dimos una vuelta.

Al terminar la ruta visitamos Miranda del Castañar. Uno de los pueblos más grandes de la zona y tal vez con más recursos turísticos (siempre después de La Alberca, claro). Al lado de la plaza en una tienda que era una antigua bodega, compramos alguna cosa, unos pendientes de mariposas para regalar y un spray de propoleo para la garganta que me da alergia.
Terminada la visita, fuimos a comer a Candelario (como me gusta de siempre este pueblo de montaña, en la Sierra de Bejar. Son características sus empinadas calles recorridas por las "regaderas" (que son canalillos que por donde circula el agua recogida de los neveros de su sierra). También son típicas la "batipuertas", que servían de burladero para apuntillar a las reses desde dentro. Por cierto me compré unas ventanas para restaurar por 35 €, a ver cuando me animo.
Comimos en el restaurante El Ruedo. aquí mi comentario en tripadvisor. Fantástico. Y se terminó. Vuelta a Madrid.
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